Amplía, un enfoque ampliado a la predicación semanal 16/02/2023 – Publicado en: PORTAFOLIO

La mayoría de los predicadores no solemos elaborar nuestros sermones teniendo en mente a los no creyentes. Mientras estudiamos y preparamos nuestros sermones para los cultos, pocos se plantearán preguntas como: “¿Entenderán los no creyentes estas afirmaciones?”; “¿De qué manera podrían rebatir esta verdad, lo cual exigiría algún argumento apologético?”; “¿Qué ídolos culturales debería sacar a la luz y hablar sobre ellos cuando exponga la verdad bíblica?”; “¿Cómo debo introducir mi tema para captar la atención de todo el mundo, incluyendo a los miembros del público que nunca hayan escuchado un sermón o que quizá no están interesados en la enseñanza bíblica?”; “¿Qué terminología o qué enseñanza bíblica o evangélica precisará una explicación, definición o contextualización para que todos los presentes entiendan lo que pretendo comunicar?”. Parecemos mucho más inclinados a dejar que sean los miembros de nuestras iglesias (o los cristianos en general) quienes influyan en la preparación de nuestros mensajes. ¿No es cierto?
La mayoría de los predicadores no solemos elaborar nuestros sermones teniendo en mente a los no creyentes.
Por lo general, el contenido que exponemos también va destinado solo a cristianos. Esperamos que los oyentes dispongan ya de cierto grado de conocimiento bíblico y de un marco que haga comprensible el mensaje. Nuestro punto de partida tiende a ser donde se encuentran los cristianos, no dónde podrían estar los no cristianos de nuestra cultura.
Nuestra costumbre de predicar solo a los cristianos presentes en las reuniones de la iglesia se percibe también en el lenguaje que solemos utilizar. La mayoría de la gente fuera de la Iglesia en España no sabe qué significa Antiguo y Nuevo Testamento, quiénes fueron Abraham o Moisés, qué queremos decir con “profetas” y “apóstoles”, qué pretendemos al afirmar “Esperamos que te vincules a este cuerpo” o por qué nos llamamos unos a otros “hermanos y hermanas”. Es muy frecuente que usemos en nuestras predicaciones esta terminología sin traducir, explicar o describir lo que queremos decir. A algunas personas de nuestro público, que no tienen un trasfondo eclesial, les parece que hablamos otro idioma.
Este enfoque sobre los sermones de domingo parece destacar cuatro divisiones dentro de la predicación contemporánea en los cultos de la Iglesia evangélica.
La primera división se produce en el público al que nos dirigimos. Normalmente existe un abismo entre predicar a cristianos y dirigirse a no cristianos. El sermón va destinado a los cristianos o a los no cristianos. En general, las predicaciones de domingo van destinadas a los primeros.
La segunda división es la diferencia entre predicar la Biblia y predicar a Cristo. Es común pensar que la labor del predicador es comunicar la Biblia para los cristianos reunidos. Sin embargo, al hablar a no cristianos en eventos evangelísticos o apologéticos, la misión consiste en predicar a Cristo. Según parece, la práctica habitual es predicar la Biblia a los cristianos y a Cristo a quienes no lo son.
En tercer lugar, muchos de nosotros abrazamos una división en la aplicación de la apologética. Hoy en día, en España hay muchos oradores que reconocen el valor de la apologética en las charlas o conferencias pre-evangelísticas y evangelísticas. Es interesante observar que entre los cristianos de este país está aumentando el interés por la apologética. En este ámbito se incluyen los eventos apologéticos para estudiantes universitarios, jóvenes y de formación para todas las generaciones. Al mismo tiempo, pocas veces se usa la apologética en los sermones de los domingos. Existe un vacío evidente entre la inclusión de contenido apologético transmitido en iniciativas evangelísticas y su ausencia en nuestras reuniones semanales de iglesia.
La cuarta división que identifico está relacionada con la contextualización del mensaje que predicamos. En los sermones de los domingos para los cristianos se emplea un conjunto de vocabulario, terminología y presuposiciones, mientras que en las charlas evangelísticas e incluso en las conversaciones personales con no creyentes se utiliza otro conjunto distinto. Mientras que en nuestras charlas evangelísticas y apologéticas hacemos un esfuerzo evidente para contextualizar el mensaje para los no creyentes, en la mayoría de mensajes dominicales no sucede lo mismo.

En un intento por ofrecer una contribución relevante a la realidad descrita anteriormente, en este libro propongo un enfoque sobre la predicación congregacional en España que cuestiona estas cuatro divisiones. Al erradicar cada una de ellas, me gustaría ofrecer lo que describo como un enfoque ampliado a la predicación semanal. Se trata de un modelo homilético basado en la superación de las cuatro divisiones antes descritas, creando puentes en cada una de ellas.