¡Ayuda! No sé cómo responder a las preguntas difíciles de mi hijo 13/10/2022 – Publicado en: PORTAFOLIO

Las preguntas son oportunidades

El mes pasado me encontré a mi hija de 10 años llorando. Mientras hacía un trabajo con una compañera de clase, surgieron algunas preguntas sobre identidad género. Mi hija le había comentado que, como cristiana, creía que Dios nos había creado a cada uno de nosotros y que nos había hecho hombres o mujeres, de manera que, aunque no nos sintiésemos cómodos con nuestro sexo, podríamos saber que Dios nos ha dado nuestros cuerpos de forma intencional.

Su compañera le dijo que no quería ser más su amiga.

Muchos de los que somos ahora padres crecimos pensado que teníamos autoridad moral. Mi marido se crio en Oklahoma, en un entorno en el que los demás respetaban el hecho de que él fuera a la iglesia, incluso si ellos no iban. Nuestros hijos están viviendo todo lo contrario. Sobre todo en lo que se refiere al género y a la sexualidad, la creencia cristiana es considerada inmoral. El cambio puede resultar desconcertante. Sin embargo, en lugar de considerar hoy en día nuestros desafíos culturales solo como obstáculos para nuestros hijos, estoy plenamente convencida de que, en realidad, son oportunidades para hacer tres cosas:

Primero, aprender junto a nuestros hijos.
Segundo, empaparse de la Biblia desde el principio.
Tercero, ayudarles a ver que seguir a Jesús tiene un precio.

1. Aprender juntos

Solemos tener un tiempo en familia improvisado antes de acostarnos. Toco mal el teclado, mientras nuestras hijas mayores cantan y el pequeño de dos años se tira desde varias superficies. Luego leemos un pasaje de la Biblia, hacemos algunas preguntas y oramos. Ahora estamos leyendo Génesis. He leído Génesis muchas veces, pero mis hijos suelen preguntar cosas que nunca me había planteado. A veces, les digo “no lo sé”.

A una parte de mí no le gusta esto. Preferiría tener las respuestas en ese mismo instante. Pero cuanto más pienso en ello, más agradecida me siento por esos momentos, porque nos permiten aprender juntos. Al igual que cuando tengo que decirles que lo siento por cómo les he tratado y pedirles
perdón, son oportunidades para hacerles ver que soy tan pecadora como ellos; cuando les digo “no lo sé, vamos a averiguarlo” es una oportunidad para hacerles ver que yo también aprendo. Admitir que no sabemos algo no debilita lo que sabemos; más bien lo contrario. Nuestros hijos no tardarán en darse cuenta de que no lo sabemos todo de la Biblia. Si intentamos hacerles creer lo contrario, se preguntarán si siempre fingimos que sabemos algo.

A veces, cuando no sé algo es porque, en realidad, nadie lo sabe. Job es uno de los muchos libros de la Biblia en los que podemos aprender que nosotros, como criaturas frágiles que somos, no fuimos diseñados para saberlo absolutamente todo.

Normalmente no sé la respuesta a las preguntas que hacen mis hijos, pero alguien la sabe. A menudo, si buscamos bien, podemos ver que nuestros hermanos y hermanas creyentes han trabajado muy duro en nuestro favor. Podemos leer un libro o un artículo y volver a nuestros hijos para responderles, o podemos leerlo juntos. En cualquier caso, estamos aprendiendo juntos.

2. Empaparse de la Biblia

Para algunos padres cristianos, la presión externa de cosas que sus hijos puedan oír sobre la sexualidad en el colegio es una intromisión desagradable que les obliga a tener conversaciones que preferirían posponer. Sin embargo, cuanto más leo la Biblia, estoy más convencida de que deberíamos tener esas conversaciones antes y más a menudo. De hecho, es difícil leer gran parte de la Biblia con tus hijos sin hablarles de sexo. “¿Qué es una prostituta?” podría no ser la pregunta que más te gustaría escuchar de tu hijo de seis años, pero si lees la Biblia con ellos, ¡pronto te toparás con ella!

Y cuando leemos la Biblia con nuestros hijos, veremos que la metáfora del matrimonio como una imagen del amor de Dios por su pueblo en el Antiguo Testamento y la relación de Cristo con la iglesia en el Nuevo es bastante importante. Así, como Dios se nos revela como un Padre, Jesús nos abraza como un novio. Esta verdad se encuentra en el centro del diseño de Dios para la sexualidad. Es la razón por la que el matrimonio es un compromiso exclusivo para toda la vida. Es la razón por la que el matrimonio es entre un hombre y una mujer, pues Jesús y la iglesia desempeñan papeles diferentes en la gran representación a la que va dirigida el matrimonio. Es la razón principal por la que desde el principio Dios nos hizo hombres y mujeres, ¡en lugar de hacernos asexuales! Necesitamos tener este cimiento teológico en su sitio antes de que nuestros hijos se enfrenten a una cultura con un punto de partida diferente para la ética sexual.

También necesitamos empapar a nuestros hijos de la Biblia para que puedan distinguir entre las cosas de nuestra cultura que en realidad proceden de la Biblia de las que van en contra de las enseñanzas bíblicas.

La semana pasada, mi hija de ocho años me contó que su profesora había estado hablando en clase sobre el movimiento social antirracista Black Lives Matter (“las vidas negras importan”) y luego “soltó que las personas podrían elegir si quieren ser chico o chica”. Como hemos leído la Biblia juntos, mi hija sabe que validar la vida de personas de color y la identidad de género no van a la par. Sabe que el cristianismo desde el principio ha sido multirracial, multicultural y multiétnico; sabe que nos encontramos con los primeros cristianos de color en el libro de Hechos (el etíope eunuco de
Hechos 8:26-40) y que el llamamiento original al amor por encima de las diferencias raciales, étnicas y nacionales viene del propio Jesús (por ejemplo, en la parábola del buen samaritano en Lucas 10:25-37).

Necesitamos que nuestros hijos se sumerjan en la lectura de la Biblia antes, y no después, de que oigan a sus profesores y amigos. Y esto no es una realidad que haya que lamentar, sino una oportunidad ¡para hacer que conozcan más a su Salvador!

3. No olvidar el precio

Mi corazón de madre se conmovió al ver a mi hija de diez años llorando porque su amiga la había rechazado. Lo primero que hice fue abrazarla. Todos queremos proteger a nuestros hijos. Es un instinto natural. Pero, por muy dura que fuera la conversación de mi hija con su amiga, me alegro de que la hubiera vivido. Al crecer en el sureste de los Estados Unidos (región en la que el protestantismo está más arraigado a nivel social) en los años ochenta y noventa, mi marido nunca tuvo que considerar lo que
cuesta ser cristiano. Cuando se mudó a Inglaterra después de la universidad, se dio cuenta de que se encontraba fuera de la cultura que le rodeaba.

Y enseguida, vio los beneficios de vivir en un mundo en el que ser cristiano no se llevaba. Mirando a su alrededor en la iglesia un domingo, sabía que todo el mundo allí había considerado el precio de seguir a Jesús. Y, en cierto modo, quiero que mis hijos también lo vean. Mi labor como madre no es prepararles para un día en el futuro cuando lleguen a ser verdaderos discípulos de Jesús. Es acompañarles hoy en su discipulado. Y Jesús es bastante claro con nosotros cuando afirma que seguirle tiene un precio (ver Lucas 12:25-32).

A pesar de nuestra falta de competencia, podemos aprender con nuestros hijos, empaparles de la Biblia y ayudarles a considerar el precio.

En respuesta a su amiga, mi hija le pidió perdón por herir sus sentimientos y le preguntó con dulzura si había alguien cercano que se había identificado como transgénero. También le explicó con todo detalle por qué, como cristiana, creía que Dios nos había hecho hombres o mujeres de forma intencional y que nos ama tal y como somos. Me sentí orgullosa de su respuesta tan clara, amable y humilde. Pedro nos insta a

honrad en vuestro corazón a Cristo como Señor. Estad siempre preparados para responder a todo el que os pida razón de la esperanza que hay en vosotros. Pero hacedlo con gentileza y respeto.

1 Pedro 3:15-16a

Mi hija había hecho lo correcto. Afortunadamente, su amiga cambió de parecer y volvieron a ser amigas. Le dije a mi hija que estaba orgullosa de ella y que esta sería probablemente la primera de muchas situaciones en las que su fe la ponga en desacuerdo con amigos y compañeros de clase. Pero también le dije que era muy duro cuando los amigos me rechazaban por lo que creo.

No tengo todas las respuestas. Tú tampoco. Pero, a pesar de nuestra falta de competencia, podemos aprender con nuestros hijos, empaparles de la Palabra y ayudarles a considerar el precio de ser cristianos. Y mientras caminamos con ellos, puede que descubramos que los retos a los que se enfrentan son tan buenos para nuestro discipulado como lo son para el suyo.


Rebecca McLaughlin es la autora de 10 preguntas que todo joven debe plantearse (y responder) sobre el cristianismo.

Rebecca McLaughlin (doctora por la Universidad de Cambridge) es la autora de Confrontado el cristianismo (Confronting Christianity), premiado por Christianity Today en 2020. Otras de sus obras son The Secular Creed [El credo secular], Jesus through the Eyes of Women [Jesús a través de los ojos de las mujeres] y Confronting Jesus [Confrontando a Jesús].

Este artículo se tradujo con permiso del artículo original en inglés publicado por Crossway.