«El discípulo radical» 11/11/2021 – Publicado en: PORTAFOLIO

Son varios los libros con temática de discipulado básico que han sido un referente en mis primeros pasos como creyente y en el establecimiento de mi fe. Cuando se publicó El discípulo radical, y sabiendo que este era el último libro que Stott, su autor, iba a escribir, me sorprendió ver una propuesta tan básica y simple. Sin embargo, Stott, en su igualmente sencilla forma de escribir, me volvió a cautivar. En este libro manifiesta de nuevo, como lo ha hecho una y otra vez, que la fe vivida según los términos de Cristo, sí, es sencilla y, sin embargo, profunda y demandante de un compromiso radical.
A través de sus palabras, Stott nos recuerda que la verdadera fe no se sabe o conoce, se vive, y además afecta a todas las áreas de nuestra vida.
No solamente nos recuerda temas supuestamente obvios de nuestro caminar con Cristo, sino que nos plantea un cristianismo bíblico y contextualizado, desafiándonos en áreas quizás menos abordadas como el cuidado de la creación (en respuesta a la crisis ecológica del mundo que Dios creó y para el que nos encomendó ser mayordomos); o la práctica de una vida sencilla en respuesta al consumismo y a la pobreza global; o la muerte, un tema todavía tabú de nuestra sociedad, y hasta de nuestros contextos cristianos, apelando a la necesidad de aceptar la abnegación, el sufrimiento y nuestra mortalidad, como parte integral de nuestro seguimiento de Jesús.
Stott murió unos meses después de que su libro fuese publicado. En su último capítulo, sobre la muerte, cita: “La muerte es el fin. Sin embargo, en cada una de aquellas situaciones, la muerte es el camino a la vida”. Sin duda, Stott encarnó, en su existencia, estas palabras, y hoy ya disfruta por la eternidad de su Señor, a quien sirvió como discípulo radical. Que su legado, en las líneas de este libro, sean un revulsivo para nosotros y que podamos exclamar junto a Stott y el apóstol Pablo: “Porque para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia” (Filipenses 1:21).
Y que, como nos exhorta Stott, podamos vivir como discípulos radicales que no se conforman a este mundo, que viven conforme a la imagen de Cristo, que se preocupan de progresar en su madurez espiritual, que crecen en el contexto de la comunión del pueblo de Dios y cuyas vidas dependen exclusivamente de Cristo, hasta que lleguemos a la presencia de nuestro Señor.
Edith Vilamajó Sanchis
Estudió Pedagogía en la Universidad de Barcelona y seguidamente obtuvo una Máster en Teología en la Trinity Evangelical Divinity School (EE. UU.). Dedicó los primeros veinte años de su ministerio a la obra estudiantil, en una primera etapa con GBU España (1996-2003) y en una segunda etapa (2003-20013) con IFES Europa con algunas visitas a América Latina. En 2016 obtuvo un Doctorado Ministerial en Liderazgo Transformacional en el Ashland Theological Seminary (EE. UU.).
Es Decana de estudiantes y profesora en la Escuela Evangélica de Teología de la FIEIDE (EET). Además, realiza mentoría con personas mayormente involucradas en el ministerio. Es autora del libro Formar para transformar. Vive en Oxford con su marido Peter y su hijo Alex.
El discípulo radical
El discípulo radical es el último de los cincuenta libros del que fue nombrado por la revista Time como una de las 100 personas más influyentes del mundo en 2005, John Stott.
En él, el autor recoge una inquietud, y es que aquellos que proclaman ser discípulos del Señor Jesús, puedan provocar de nuevo en él la advertencia: “¿Por qué me llamáis ‘Señor, Señor’, y no hacéis lo que os digo?”. El discipulado genuino es el que compromete todo el ser. Hay diferentes niveles de compromiso y la manera en que comúnmente evitamos el discipulado radical es siendo selectivos; eligiendo aquellas partes del compromiso que nos van bien. Pero, si Jesús es Señor, ¿tenemos derecho a seleccionar en qué áreas vamos a someternos a su autoridad?
En El discípulo radical se hace un análisis de ocho características del discipulado que con frecuencia descuidamos: conformismo, semejanza a Cristo, madurez, cuidado de la creación, sencillez, equilibrio, independencia y muerte.
Un desafío a vivir el discipulado genuino, que compromete todo el ser.