La conexión que anhelamos 08/06/2023 – Publicado en: PORTAFOLIO

La pandemia del coronavirus ha hecho que muchos de nosotros nos demos cuenta de lo importante que es la conexión física. Para que una relación sea realmente satisfactoria, necesitamos estar físicamente presentes con la otra persona. Sencillamente, una imagen en una pantalla no es comparable.
Al nacer en este mundo, Dios mostró que quería conectar con nosotros. Uno de los nombres que se le dio a Jesús fue “Emanuel”, que significa literalmente “Dios con nosotros”. Dios no solo quería convencernos de que existe, sino que deseaba tener relación con nosotros.
Si eso es cierto, ¿cómo podríamos responder a esa oferta? Los versículos 11-13 del capítulo 1 de Juan muestran que hay dos posibles respuestas: “Vino a lo que era suyo, pero los suyos no lo recibieron. Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios. Estos no nacen de la sangre, ni por deseos naturales, ni por voluntad humana, sino que nacen de Dios”.
En última instancia, podemos rechazar o podemos recibir la oferta que Dios nos presenta.
Es muy fácil decir que la razón por la que no creemos en Dios es que no tenemos suficientes pruebas. Quizá pienses: “Si Dios se mostrara más claramente… entonces creería”. Sin embargo, es interesante observar que muchos de los que conocieron a Jesús no creyeron, sino que optaron por rechazarlo. De hecho, la Biblia dice que, explícita o implícitamente, por naturaleza todos lo rechazamos.
Podemos culpar a otros de nuestro aislamiento y soledad. A veces, eso está justificado, pero otras debemos admitir que nuestras elecciones, combinadas con nuestras acciones, nos han distanciado de las personas que nos aman. Mientras que nuestra soledad puede deberse a la falta de esfuerzo por parte de los demás, también puede deberse a que nosotros no nos esforzamos. Eso puede darse no solo en nuestras relaciones humanas, sino que claramente se da si hablamos de la relación con nuestro Creador. Dios nos creó para estar conectados con él, pero nosotros a menudo hemos optado por distanciarnos de él.
Pero si Dios es la fuente de la vida, la luz y el amor, entonces separarnos de él va a ser desastroso para nosotros y para nuestras relaciones. Como un portátil desconectado de la corriente, desconectados de la fuente de la vida solo podemos durar un tiempo. Además, desconectarnos de Dios provocará la desconexión con los demás. Y en esas vidas desconectadas, todo nuestro foco está en nosotros mismos.
Un estudio reveló que las videollamadas son mucho más agotadoras que los encuentros en persona. Una de las razones sugeridas es que, en una videollamada, pasamos una gran parte de nuestro tiempo mirando nuestra propia imagen en la pantalla, en lugar de mirar directamente a la otra persona. Enseguida pensé que aquello explicaba muy bien todos nuestros problemas relacionales. ¿Quizás estamos tan obsesionados con nosotros mismos, que hemos relegado a los demás y a Dios?
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Foto de Christin Hume en Unsplash